El acné afecta al 90 % de los adolescentes y personas jóvenes, pero también a un porcentaje importante de personas cuando entran en la edad madura, que se ha estimado entre el 12 y el 14 %. Muchas de estas personas desarrollan cicatrices como consecuencia de su proceso inflamatorio, debido a que el acné, al fin y al cabo, es un proceso inflamatorio que puede destruir la glándula sebácea y dejar en su lugar una cicatriz indeseable.

Se desconoce con exactitud cuánta gente presenta cicatrices por acné entre la población general, pero Capitano y colaboradores publicaron un estudio realizado en 2133 personas de entre 18 y 70 años de edad en el Journal of the American Academy of Dermatology (2010), el cual mostró que aproximadamente el 1 % de la población general tiene cicatrices que desea tratar como consecuencia del acné. Esto no significa que estas cicatrices tengan que ser necesariamente inestéticas; se estima que tan solo uno de cada siete de estos pacientes tiene cicatrices severas. Este estudio pone de relieve que la población general no da mucha importancia al impacto que puede tener el acné y sus cicatrices.

Las cicatrices inducidas por el acné se pueden clasificar en dos grupos principales:

A) Cicatrices atróficas, donde se produce una pérdida del tejido conectivo y del colágeno que existe en la piel.
B) Con menos frecuencia, cicatrices hipertróficas o incluso queloides.

Estas cicatrices ocurren fundamentalmente en la cara, la espalda y la región torácica, ya que son las regiones que mayor concentración de glándulas sebáceas presentan.

Las cicatrices atróficas son las más comunes en el acné, especialmente en la cara, y ocurren tres veces más a menudo que las cicatrices hipertróficas. Han sido clasificadas en tres tipos: ice-peak (o pico de iceberg) boxcar, y rolling (rodillo).

Según el doctor Yacob y colaboradores en un estudio publicado en el Journal of the American Academy of Dermatology (2001), parece ser que las cicatrices en forma de pico de iceberg representan entre el 60% y el 70 % del total de las cicatrices inducidas por acné. Por el contrario, las cicatrices en boxcar representarían entre el 20% el 30%, y las rolling son el 15% o el 25%, aunque por nuestra experiencia, las cicatrices atróficas o de tipo rolling son mucho más frecuentes.

Las cicatrices en pico de iceberg son puntos estrechos de 2 mm de profundidad que se abren en forma de “V”. Son especialmente difíciles de tratar.
Cuando son un poco más grandes, tienen un diámetro entre 4 y 5 mm, y se parecen a los cráteres que presenta la superficie lunar, estas cicatrices se llaman boxcar. Estas cicatrices son circulares u ovaladas y tienen esta apariencia un poco ondulada en el fondo o poseen una forma de “M” invertida o “U”.

Las cicatrices de tipo Rolling se presentan como una depresión de la piel. Son mayores de 4 milímetros y tienen un tejido fibroso anormal por debajo que tira de la piel hacia el fondo.

Normalmente los tres tipos de cicatrices conviven en la misma piel. Goodman y colaboradores propusieron una escala cualitativa de cuatro grados de cicatrices. En el primer grado tenemos las cicatrices no deprimidas o maculares, donde se aprecia un cambio de textura o color de la piel; el segundo grado sería el leve, con cierta depresión de la piel; el tercero moderado; y el cuarto severo, con mayores depresiones y afectación de la dermis.

También existe otro método de evaluación de las cicatrices llamado el ECCA (échelle d’évaluation clinique des cicatrices d’acnée), donde si las cicatrices son más severas, tienen más importancia en la graduación.

Tratamiento de cicatrices: La microdermoabrasión

La microdermoabrasión, igual que la dermoabrasión, son procedimientos de aplanado facial mecánico, que eliminan las capas superficiales de la epidermis para promover la reepitelización de la piel.

Aunque la abrasión de la piel es una parte común en ambos procedimientos, el sistema que utiliza cada uno es completamente diferente: la dermoabrasión elimina de forma completa toda la epidermis y penetra hasta el nivel de la dermis reticular o papilar. Esto induce una remodelación de todas las estructuras proteicas de la piel y se puede observar clínicamente con un sangrado. En la microdermoabrasión, por el contrario, el procedimiento es mucho más superficial, porque el sistema solo elimina las capas más superficiales de la epidermis, acelerando un proceso natural de exfoliación.

Ambas técnicas son especialmente efectivas en el tratamiento de las cicatrices y producen una mejora clínica importante de la piel. La dermoabrasión se realiza bajo anestesia local o general. Hace años se usaba un cabezal fabricado con óxido de aluminio o cristales de bicarbonato sódico, donde se clavaban unos pequeños cristales de diamante. Los pacientes con fototipos más oscuros pueden experimentar un cambio a coloración de la piel o hipopigmentación permanente.

Por el contrario, en la técnica de la microdermoabrasión se puede emplear un aspirador o un chorro de cristales de aluminio o de sal que exfolia la piel. Este tratamiento se puede realizar de forma repetida en periodos cortos de tiempo, no induce dolor y no se requiere anestesia, siendo
extremadamente raro presentar complicaciones. La microdermabrasión tiene también menores efectos en las cicatrices, aunque también es efectiva para mejorarlas.

Existe un estudio publicado en el año 1995 en la revista Dermatology Surgery por Said y colaboradores del hospital Chang de Taipei en Taiwan, donde estudiaron la eficacia de la técnica de la microdermabrasión en el tratamiento de las cicatrices faciales. En este estudio se incluyeron 41 pacientes durante un periodo de dos años y todos ellos experimentaron una mejoría entre buena y excelente con un promedio de nueve sesiones. Los autores consideran que este procedimiento es además especialmente seguro en una era de infección vírica, VIH y COVID.

También hay otro estudio muy interesante realizado por Elle y colaboradores de la universidad North Easthern de Ohio publicado en la revista Dermatology Surgery (2001), donde se incluyeron 25 pacientes con un acné de entre uno y dos años de duración. Los pacientes recibieron ocho tratamientos de microdermoabrasión a intervalos semanales. El 72% de los pacientes experimentaron resultados entre buenos y excelentes, y un 17%, resultados moderados. Finalmente, el 96 % de los pacientes expresaron que estaban contentos con el resultado de la microdermabrasión y que se lo recomendarían a otros pacientes.

Como conclusión, podríamos decir que la microdermoabrasión, que es un procedimiento muy utilizado en medicina y dermatología para la mejoría de la piel en diferentes procesos, es también útil en el tratamiento y la mejoría de las cicatrices de acné. No obstante, debido a que la microdermoabrasión se utiliza más como un procedimiento de exfoliación de piel para limitar la obstrucción, nosotros recomendamos limitar su uso al acné activo.

La microdermabrasión es un procedimiento cómodo que está exento de efectos adversos importantes, es indoloro y permite hacer una vida normal a las personas que se lo realizan.

En la Clínica Dermatológica De Felipe proponemos realizar las sesiones de microdermoabrasión quincenalmente para mejorar el acné y otra serie de condiciones cutáneas como el melasma, las manchas, o el envejecimiento.

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